El pino-caca

Ayer me contaron una de las historias más asquerosas que he escuchado jamás. Ante la posibilidad de recibir una denuncia, omitiré el nombre del famoso que la protagoniza. Sólo decir que era uno de los personajes más importantes de un mítico programa infantil ya nombrado en este nuestro blog y que ha desaparecido del mapa.

La historia se desarrolla en un pueblo de Guadalajara, en las fiestas patronales del mismo, que podrían llamarse las fiestas de San Monty Burns, por la especial configuración del mismo, o San Mandahuevos, por su nombre (¿por qué no lo digo directamente? Por hacerme el enigmático). Hete aquí que mi informante y sus colegas ven a este personaje desnudo entrozado perdido y, en un ataque de rizar el rizo de la borrachera, se pone a hacer el pino sin ropa. Ya de por sí la imagen (posibles colganderas, imaginarse el movimiento...) sería impactante y es curiosa en sí misma que un pavo haga el pino desnudo del pedo que lleva, pero hete aquí que ocurre lo siguiente:

Ese señor de pone a cagar mientras hace el pino.

Tal cual lo cuenta mi fuente, fue así. Entonces empezamos a exponer nuestras dudas. Primero, sobre la posibilidad de que la ley de la gravedad se interpusiera en la efectiva salida de los excrementos en semejante posición. ¿Escribe un boli mirando para arriba? No, pero parece ser que esto sí es posible fisiológicamente. Así llegó mi pregunta: "¿Cómo fue, tipo geiser?". Mi primera imaginación del asunto fue una especie de aspersor fétido, algo así como "Carrie" versión caca, un remedo trash del podio de un gran premio de motociclismo, con las azafatas sin reírse absolutamente nada y corriendo despavoridas. Una diarrea explosiva y acrobática a la vez. Un primor.

Pero no. La frase de la fuente, atinada como pocas, fue la siguiente: "Le rebotó en la espalda". ¡Bendito sea Dios y Dios sea bendito! Como habéis podido comprobar por las conjeturas que me hice, soy un tío bastante escatológico / asqueroso. Así, de nacimiento. Pero esa frase, "Le rebotó en la espalda", me produce un asco tan profundo sólo comparable al flipe máximo que supone la identidad del interfecto, que, insisto, no revelaré por la fuerza de la anécdota.

Hay historias de borracheras, escatología y similares muy potentes por el mundo. Pero como ésta, de verdad, ninguna. El pino-caca estará siempre en mi corazón (o por ahí).

El Mundo de Quic, el Mundo de Quic. Marcha marcha, es genial.