Quic's World

Todo es marcha, amigos.

Tuesday, June 20, 2006

Los profes, qué gentuza

El profe y la seño (joder, qué horrible es esta última denominación) eran gente harto importante en nuestra infancia. De pequeños considerábamos el culmen del saber a esos señores con el Magisterio hecho, parecían saber de todo. Nada más lejos de la realidad según creces.

Los comportamientos de algunos maestros de escuela nos parecían hasta normales desde nuestra perspectiva de niños. Hoy analizando lo "colgaos" que podían estar aquellos tíos simplemente alucino, porque cómo se comportaban con niños de ocho o 10 años era algo demencial. Hoy, Quic os habla de los tarados de sus profesores de la infancia. Agárrense a sus asientos:

- La señorita Tere: En todos los colegios había una profesora loca oficial, y apuesto a que en todos, igual que había un compañero al que apodábamos "El Chino", había clase con "La Loca". En mi caso se llamaba Tere y daba clase a los pequeños, aunque nunca fue mi profesora. Si existía una consigna clandestina en mi cole era ésta: "Si se te mueve un diente, que no se entere la Tere". Porque si se enteraba, te lo arrancaba. Yo no sé si es que tenía un contrato multianual con el Ratoncito Pérez o si sufría un extraño trauma infantil-cálcico, pero la muy puta te arrancaba los piños al mínimo vaivén. Yo vi a niños sangrando por la boca como leones, aunque nunca presencié sus famosas intervenciones: al parecer (testimonios de primer colmillo me lo dijeron) la tipa ataba el extremo de un hilo a tu bamboleante piño, otro a una puerta y ¡zaca!, cerraba de un portazo.

Yo sólo tuve un contacto friki con ella, que fue una vez que nos eligieron para ir a un concurso de la tele (en el que arrasé, por cierto, y cuyo vídeo está secuestrado por mi madre, que amenaza con un pase masivo cada vez que le toco las narices más de la cuenta). Estábamos "los elegidos" estudiando en una clase aparte con ella cuando se tuvo que ir a no sé qué. Pues bien: nos hacía gritar lo que estábamos leyendo mientras ella se iba adonde fuere... para mosqueo de los otros profesores, que intentaban dar clases. Pero si lo había dicho la Tere, tú qué ibas a hacer.

- La señorita Candi: Canaria, para más señas. Aparte de explicarnos constantemente las diferencias del lenguaje canario con el vallecano, la tipa era una bestia parda: mandaba deberes hasta reventarte. Sexto fue un año duro por su culpa. Era profesora de inglés, y nos preguntaba cosas tales como si habíamos visto ayer en la tele "Casa repleta" ("Padres forzosos") y cosas así, porque ella lo traducía todo al castellano.

Un día se pegó con otra profesora, de cuyo nombre no me acuerdo porque al curso siguiente pidió una excedencia y ya no volvió. Yo entonces todavía estaba en quinto (en la planta de arriba) y eso ocurrió en la de abajo. Pero mis enviados especiales en la planta noble contaban y no paraban cómo oyeron gritos en el pasillo y cuando se asomaron vieron a dos profesoras tirándose de los pelos. Literal y explícitamente. Debió de ser glorioso.

- Santiago: Era un cura, aunque lo negara. Era buen hombre, pero implacable en el comedor: tenías que comértelo todo, y rapidito. De él me viene eso de comer a toda hostia. Utilizaba un verbo que yo creo que era de factura propia, "empapuzar", según el cual si no te comías el primero a la velocidad debida (todavía recuerdo el olor de las judías pintas y me dan arcadas) te echaba el segundo encima. Es decir, empapuzaba. A mí no me ocurrió, pero lo vi. Y era asqueroso ver el pescado flotando en la sopa...

- La señorita Rosa: Ésta sí que era patética, y posiblemente me lo seguiría pareciendo hoy. Vacilaba ante nosotros de no tener tele y de que sólo le gustaba el jazz y las películas subtituladas. ¡Ante niños de nueve años, señores! Y como en su año coincidió que le dieron el Nobel a Cela, pues allá que nos leímos cachos de "La Familia de Pascual Duarte". Con nueve años. Una lista, sí.

- Sor Dalila: Era monja, no es que se llamara Sor, amigos. Ya el nombre es de coña, pero más de coña fue una anécdota mía sólo posible en un infante. Mi tía Milagros se sigue acordando, seguro: íbamos al cine en metro y nos encontramos con esta encantadora monja. La mujer me preguntó qué íbamos a ver, y yo respondí simplemente la verdad: "Monjas a la carrera". Mi tía se puso pálida la pobrecilla. La monja se sonrió y nos dijo: "Di que sí, hijo, que nosotras también corremos". La noticia hubiera sido si hubiera puesto un "nos" antes del verbo, poque yo ya la había visto correr, seguro.

El Mundo de Quic, el Mundo de Quic. Marcha marcha, es genial.

8 Comments:

Anonymous Anonymous said...

La más patética de las que describes, sin duda, es la señorita Rosa. Como decían en una peli, "los maestros, de tanto tratar con niños, se puerilizan".

Yo también he tenido a algunas joyitas, pero sería tema para post propio. Sólo me quedo con una anécdota: una profesora loca del instituto echó de clase a dos tíos por ir disfrazados (era carnaval). Les mandó al despacho de la jefa de estudios, que les recibió vestida de Pocahontas.

3:37 AM  
Blogger Hans said...

Jurl. Lo grande es llevar a los hijos al colegio al que fue uno y comprobar las diferencias. Lo más jodido es ver que aunque algunas personas cambian, los que vienen NO son mejores (aunque hay de todo, y aunque desde luego si hay profesión dura es la de profesor de alumnos de entre 6 y 18 años)

3:39 AM  
Blogger Quic said...

Los del instituto no cuentan. Tendría para un libro ahí.

3:39 AM  
Blogger Mambotaxi said...

Increible la frase "Di que sí, hijo, que nosotras también corremos"... Llevo media hora riéndome...
A mi una vez un curame abrió el sobre del Domund y me tiró mis veinte duros a la cara insultándome por haber dado tan poco. Evidentemente era cura y tenía Canal+ cuando nadie en la ciudad sabía ni lo que era eso

4:40 AM  
Blogger ATT said...

Joé, Sor Dalila , mira que fui durante ocho años a un cole de monjas y nunca tuve una con u nombre tan cursi.

Es cierto que la de los profesores es una fauna para darla de comer aparte. ¡Qué gente!

En la actualidad tengo dos conocidos profesores, uno de infantil y otro de instituto y... ¡si supieran los padres en manos de quién dejan a sus hijos!

Y muy cierto lo de "la loca", en casi todos los coles hay una profesora con ese mote.

En mi instituto estaba "el manco" que era el profe de dibujo y, efectivamente -lo flipas-, era manco.

11:55 AM  
Blogger Errado said...

Ya sé que Don Quic ha limitado su análisis al colegio, pero no puedo dejar pasar la ocasión de recordar a aquellas profas (seño en el cole y profa en el instituto, y no sé cuál suena peor) que tenían fama de hacérselo con los alumnos.

Ya sé, ya sé, de leyenda urbana nada, que cada uno puede contar un caso en su instituto que es totalmente verídico. Yo también, qué creían Uds.

Misteriosamente a mí nunca me tocó, ni a nigún compañero de los del círculo cercano. Sería una maldición que aún perdura, quién sabe.
______________________
zazpi: zortzi, bederatzi... El anfitrion hace un escrito sobre el proceso de negociación y a la siguiente pasa esto. Eso sí, no por lógico resulta menos estremecedor, oiga.

2:08 AM  
Blogger mari-ici said...

ufff, yo tuve a miss glitz ( cagate pepe, filipina que era) que nos daba inglés, y no tenia ni papa de español, con 10 años que teniamos nos decía cosas como: "tus padres son maricones" porque te equivocabas y ponías she, en vez de he, tú si que tienes cara cerda, por poner pig en vez de big...., indescriptible, acabaron echandola porque ella debía confundir tiza con borrador, y en vez de lanzarnos las tizas cuando hablabamos, como hacían el resto de profesores , lanzaba el borrador ( esos que por un lado era como de gomaespuma y por otro un taco de madera) y llegó el fatídico día en que le abrío una ceja a la pobre cara cerdo ( esa se las llevo todas).
Ah, que despues nos pusieron un cura que se tocaba y fumaba en clase ( si se le ocurriera ahora le echaban hasta del pais, lo de fumar, que tocarse está muy bien visto) y también le echaron.

2:09 AM  
Blogger Sylvia said...

Pues en mi cole la fama la tenía Doña Eustaquia. Literal. Y yo la sufrí en tercero.
La elementa agredía con lo que pillaba: el borrador, la regla metálica, el zapato o un anillo enorme que llevaba siempre puesto. Si te equivocabas, te sacudía con lo primero que tuviera a mano. Así que todos estábamos muertecitos de miedo. Un crío se hizo pis del acojone un día, y la tía le hincó el anillo en la cabeza, con lo cual le escalabró enterito.
Después de aquello las madres se revolucionaron, y creo que la amonestaron. Pero la Señá Eustaquia siguió dando clases y acojonando a los niños.
Ahora es al contrario: los Eustaquios son los niños y las víctimas los profesores.
Lo que ha cambiado el mundo, joder.

9:53 AM  

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