Los jinchos son muy de cagarse

Hoy he cogido el transporte público por la tarde, en todas sus versiones madrileñas: autobús, metro y tren. Yo soy mucho de poner el oído, vulgo cotilla, en el transporte colectivo. Por eso no me saco el carnet, debe ser.

Normalmente oyes muchas mierdas, para qué engañarse, pero hoy he escuchado tres cagadones de primer orden: "Me cago en tu cara", "Me cago en su pasta" y "Me cago en la sangración de tus muertos".

Señor, esto debe ser la crisis. La gente está irascible. Bueno, este argumento es mierda. La realidad es que soy de Vallecas y el número de jinchos es equivalente al de gente que gritará cosas racistas en el próximo España-Inglaterra, con lo que es evidente que vas a escuchar a mucha gente cagándose en cosas muy exóticas. Porque el jincho medio es de cagarse en sus semejantes.

Hay otros datos para cazar al jincho. A saber:

Cara como de haber perdido el autobús. Es un alelamiento muy jincho, tipo Dinio pero en macarra.

Tipo medio enchepao. El jincho suele ser delgado, que el éxtasis estiliza mucho. Y también debe enchepar algo, porque todos va como mirando al suelo.

Estampado y oro. No, no es el traje que luce Adrien Brody en 'Manolete', ésa leyenda urbana. Es el uniforme jincho: oro, ocasionalmente colgante y en la cara, y estampados inverosímiles en chaquetillas y chubasqueros enanos.

"...chaval". Ellos acaban cada frase con la palabra 'chaval', desde "Me voy a cagar en tus muertos pisoteados, chaval" hasta "Padre, quiero confesarme, chaval".

Pelo a brochazos y cuasimullet. Ha muerto el mullet clásico, y se lleva el cuasimullet o la coletilla rizada. Ocasionalmente, con toque de mecha sucia. El corte, como si dieras brochazos a una pared, pero con jirones de pelo.

El Mundo de Quic, el Mundo de Quic. Marcha marcha, es genial.